martes, 25 de marzo de 2008

...la idea original...



Él está solo, con su peluche totalmente deteriorado, él desprolijo, pantalón viejo, suelto, sucio, color beige, él con torso desnudo y cinto que ya no sostiene, sino que se ha soltado como su propia vergüenza, él se sostiene de las paredes, su deslizamiento por ellas es con su espalda, apoya el peso de todo su cuerpo en su espalda, su muñeco viaja con él, presionado por su mano derecha constantemente, su muñeco viaja con él mientras es arrastrado por esa mano, casi rasguñando esas paredes….Él le teme al centro, él no puede arriesgarse a saltar, en ese centro él imagina su muerte, no se sabe el motivo por el cual él imagina que es en el centro donde se producirá su muerte, él escapa de su muerte…Irónicamente, quizás por un juego eficaz del destino, la única manzana de ese bosque sin frutos, se encuentra en el centro, mitad en la sombra, mitad en la luz, mitad iluminada, mitad en penumbras, igual de tentadora en ambas mitades, pero sugieren algo distinto, en una mitad brilla, en la otra sólo su silueta…Esa manzana lo conmueve, para él significa todo, sufre por su ubicación, lo enoja; le resulta, por momentos y con todas sus fuerzas, indiferente, pero sólo de a ratos…Le pesa terriblemente su presencia ante sí, en el centro, en el mismo lugar donde puede encontrar su muerte…Lo que lo salvará lo puede matar…En ese centro los fantasmas crecen, aún no se definen las maneras de sus presencias, ellos son luces, ellos oscuridad, ellos son sonidos, ellos melodías puras…Son todo lo que a cualquier ser humano atemoriza, que tire la primer piedra quien nunca jamás en la vida haya sido conmovido por una simple belleza…Entonces no juzguéis, él teme tanto como cualquier hombre, su entorno es el mismo, luces y sombras a su alrededor, y cuando uno no corre de lugar su objetivo (la manzana) el terror que nos aleja del mismo (sus fantasmas del centro) es el que nos detiene, entonces se vuelve inalcanzable, con una locura tortuosa a quien padece esa necesidad, deseo, o simple capricho…Lo que te sube te baja, lo que deseás se puede cumplir, OJO!, porque uno es también lo que desea, y uno es la acción que desarrolla para alcanzar su objetivo, quizás uno, sea también la forma que encuentra de convivir con ese miedo…Cuando la rutina de lo inalcanzable se transforma en constante, en diaria, en ordinaria, en sencilla lucha insignificante, y el final, la última palabra, quizás la encuentre esa manzana ya podrida, y su peluche en el suelo, y su mano derecha ensangrentada, y sus pies desnudos desparramados, desorganizados en el suelo, cerca del centro, arrastrado por sus pies, convertidos de a poco en raíces, allí donde los árboles jamás podrán llegar, su rostro desfigurado, quieto en una mueca de grito mudo y dolor eterno, sonrisa macabra desdibuja sus labios, lombrices que circulan por la mitad de la sombra de la manzana podrida que contrastan con la mitad iluminada, mordida y sin pudrir, aún brillante y tentadora…En el fondo de su boca pueden encontrarse restos de aquella vez en la que aquel ser, logrando su objetivo, pierde la batalla…Quizás era mejor la lucha inacabable, al menos respiraba, lento, con dolor, pero el aire entraba en su cuerpo, le daba movimiento orgánico, ahora duro, ahora petrificado hasta que las lombrices se acaben la manzana y logren deslizarse hasta su carne, que ya no es ser en lucha, sino carne al sol, a veces, a la luz de la luna…Se pudre…Se va…Oscurece en la sombra, de quien se pudre y es comida de lombrices…Apagón.


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